jueves, 14 de junio de 2012

Un candidato con las «botas bien puestas»

La tarde moja la vidriera de la cafetería caraqueña donde nos encontramos. En un amplio televisor de la esquina se anuncia un acto desde Fuerte Tiuna y la gente en la barra y las mesas voltea entusiasmada. «¡Con las botas bien puestas, carajo!», exclama un hombre que iba de salida, pero que decide quedarse de pie junto al televisor. A dos días de su exitosa inscripción en el Consejo Nacional Electoral (CNE), donde entregó su celebrado Plan de Gobierno 2013-2019, el presidente Chávez asistió, ataviado en traje de campaña del Ejército, al Ministerio del Poder Popular para la Defensa, para reafirmar los lazos que fundamentan la unión civicomilitar de la Revolución Bolivariana.

 

 

 

El Alto Mando Militar recibió a su comandante y lo acompañó hasta el patio central, donde pasó revista a una agrupación de parada y realizó el patriótico saludo al Pabellón nacional. «No podía ser de otra manera, ahí está el comandante Chávez… Esto me recuerda lo que pasó con los militares golpistas de Plaza Altamira, ¡eso se fue disolviendo solito! Bueno, ahí está Chávez desde ya, día a día y sin agite, desmoronando tanto rumor e información malintencionada», nos comenta Carla Andrade, una de las mesoneras.

El candidato de la Patria, sin embargo, no está en campaña electoral. Es un acto del jefe de Estado, quien envía un mensaje a sus tropas y les recuerda las palabras del Libertador. «La Independencia es nuestro bien más preciado», parafrasea e insiste en la necesidad de repetir esta consigna. Los comensales del café comentan, discuten, celebran la presencia de su Presidente en las pantallas. Incluso hay lugar para alguien, en una mesa del fondo, junto al baño, que pareciera contrariado y tira algún insulto al aire… pero nadie lo recoge.

Se abren momentos de silencio; la gente atiende, se interesa. El comandante Chávez se traslada al Teatro del Ministerio del Poder Popular para la Defensa, no sin antes afirmar que «la Revolución nació del corazón y de los cuarteles de la Patria». Teodoro Enríquez, un ingeniero marabino que recién ingresa al local, nos confiesa que venía siguiendo la transmisión por radio. «El Presidente estuvo hablando, en esencia, sobre eso que nos dice siempre: somos una Revolución pacífica, pero armada; por eso es que debemos prepararnos en Defensa, para garantizar la Independencia».

 

El comandante Chávez hace un pase a la fábrica de fusiles AK-103 y municiones de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), ubicada en Maracay, estado Aragua. Los comensales están a gusto con la transmisión: tiene mensaje, esencia, razón, Patria. ¡Qué diferente a otros verbos! «No te digo, pues. Por eso al majunche yo lo llamo el precoz, pero ¡no se lo digas a nadie!», nos dice la mujer de la mesa de al lado, y nos pide anonimato para encubrir su picardía, mientras comparte con unas amigas que no paran de reír; se lo concedemos.

La transmisión de Chávez abunda en anuncios, no tiene nada que ver con el carnaval electorero que vimos el domingo pasado. El comandante informa en cadena de radio y televisión que ingenieros militares venezolanos han diseñado el primer avión no tripulado de la FANB: el Arpía-001. La demostración nos abstrae; es uno de los tantos logros que se han ido labrando durante 13 años. Un señor, probablemente octogenario, se nos acerca y ocupa nuestra atención, breve y contundente: «Águila no caza mosca, mijo… ¡Ese es nuestro Presidente!». Lo vemos partir y, cuando abre la puerta, el aire de lluvia toma los espacios de la cafetería. Soplan buenos tiempos, tiempos de Revolución, pudo haber pensado alguien en ese preciso instante.

Por: Raymond Nedeljkovic

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